Visitar Berlin en día y medio es posible

Pues sí, un visto y no visto, un plis plas, un suspiro de viaje, aunque no las horas en el aeropuerto. Así ha sido mi fin de semana en Berlin, con vuelos cortesía de Vueling, después de que ganara el concurso «Love the way you fly» y colchón y cobijo cortesía de mi primo que se despedía de la ciudad para iniciar aventura en el extremo Oriente.
Aquí os traigo mi aventura, que si puedo repetiré pronto porque me he quedado con las ganas de más.

Pillar el avión a las 7 de la mañana no es sano y estar un par de horas en Barcelona haciendo escala, tampoco, pero bueno, es lo que tienen los vuelos regalados 😉

Al fin llegue a Tegel y después de usar el baño por 0,5; fui en busca del autobús TXL que es el que te deja en Alexander Platz (2,40€). En Alex, mientras esperaba a mi primo me metí en una cafetería Coffe Fellows, de esas en las que nos metemos los guiris porque tiene pinta de Starbucks (a mi me recordaba más a Coffe Republic) y eso es sinónimo de wi-fi. Allí me pedí un bagel (ains que rico y que buenos recuerdos de Nueva York) y me dediqué a mirar por la cristalera a los viandantes y a quedar con Carlos de Tremendo Viaje para vernos y tomarnos un algo.

Quedé con Carlos en un garito recomendado con mi primo en la zona de Kottbuser, el Luzia, que como cuando llegamos estaba petado, pues nos tuvimos que buscar la vida. Acabamos en una cafeteria súper peculiar Pfeiffers, tanto, que en la carta encontramos un Café cortado condensada Leche y leche (forma de pedir el café bombón o café cortado con leche y con leche condensada en las Islas Canarias). Estábamos como en casa. Muy majete también el camarero.

Bagel y cafe

Después de hablar largo y tendido sobre el panorama turístico dentro de las redes sociales, los blogs y las estrategias de nuestras queridas islas en la red; fuimos a la búsqueda de mi primo para ir a cenar. Terminamos en un vietnamita, «Good morning Vietnam«, muy bonito el sitio, muy rica la comida y según los chicos, muy guapas las camareras.

Cerramos la noche con unas cerveza en un garito muy berlinés, con DJ pinchando House y humo de tabaco y de otras cosas (echaba de menos los garitos españoles).

Al día siguiente empezaba mi tour express por Berlín.

No os he dicho que no era mi primera vez. Estuve en Berlín en el concierto de probablemente la mejor banda del mundo el 7 de julio de 2005, un día que no olvidaré, no sólo por el concierto que como todos los de U2 han sido inolvidables, si no que fue el mismo día que se produjeron los atentados en Londres en una época en la que yo vivía allí, así que ese día y los siguientes fueron algo raros en general. Pero bueno, como aún se me ponen los pelos de punta, os dejo un video del súper concierto (yo estaba en la zona acotada delante del escenario, nuestras horas de cola nos costó 😉 )

Pero volviendo a mi tour express. Iba de camino a la Puerta de Brandenburgo y por eso de que estaba lloviendo a mares, paré para comprar un paraguas, me confundí de dirección en la calle y acabé en la zona de los museos 😀
Pero bueno, nada que no tenga remedio, ¿no? Visité los jardines y los edificios por fuera, muy bonitos, pero como no tenía tiempo para entrar, habrá que dejarlos para la próxima. La zona es tan bonita, que en verano con buen tiempo dará gusto sentarse en uno de los bancos a ver la gente pasar.
Después, media vuelta y a la puerta. Menudo día, ni os imagináis cómo caía la lluvia, además viento…uff, porque era express, que si no, no salgo de casa. Después de la puerta, al parlamento, a ver el edificio por fuera y la famosa cúpula de Norman Foster. De ahí, bajo la lluvia, al monumento a los judíos muertos durante el Holocausto. Seguía lloviendo, así que como estaba algo cansada, callejeando me metí en una mega librería y allí que me senté un rato a leer mi guía berlinesa.

Con ganas de comer comida alemana, algo difícil en Berlín, fuimos a un sitio de estos que visitan los guiris, pero también los locales, Ständige Vertretung, donde me pedí unas albondigas y mi acompañante morcilla con pure de patata y compota de manzana. Todo muy rico y muy abundante.

Comida alemana

Y seguía lloviendo… ains. Pero es que sólo con un día, pues tocaba visitar la East Side Gallery, que si vas a Berlín y no visitas el muro, es como venir a Madrid y no pisar la Puerta del Sol.

Con el chaparrón, las ráfagas de viento que se llevaban los paraguas y un tiempo que decía: vete a casa; decidí que hasta ahí llegaba mi momento turismo. Volveré a Berlin, a ver si me acompaña el buen tiempo, porque la ciudad es preciosa, las calles amplias y la gente muy amable. Lo único malo es que hablan alemán y yo no, que si no, me quedo a vivir por allí.
La noche berlinesa no había terminado. Esa noche era la final de la copa de Europa de fútbol entre dos equipos alemanes, así que nos fuimos a un bar koreano a ver el partido y cuando terminó, pasar un rato en el karaoke… un momento surrealista. Y para rematar antes de ir a dormir, paramos en el que probablemente sea el chiringuito de kebabs más famoso de Berlin, Mustafa’s, que no sólo tiene cola a todas horas, si no que además las colas están justificadas… muy rico

Y Mustafa es un tío listo, tiene hasta un anuncio de calidad para promocionarse, aquí os lo dejo, que no entiendo nada de alemán, pero si vosotros lo entendéis seguro os echaréis unas risas 🙂

Al día siguiente carrera de vuelta al aeropuerto, vuelo con retraso, espera en Barcelona y al fin, en casa.

3 comentarios sobre “Visitar Berlin en día y medio es posible

  1. Con un poquito de retraso aquí estoy yo para animarte a visitar Berlín en agosto, porque, aunque nadie se lo crea, Alemania en agosto es caluroso y soleado, perfecto para sentarse en una terraza y beber una weissbier.

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