A las puertas del día de la mujer, me sale hablar de feminismo como lo harán mañana cientos de marcas, partidos políticos y medios de comunicación, en una labor que ya no me queda muy claro si es populista o totalmente desinteresada (dejad que dude de esto último).
Estoy rodeada de feministas, hombres y mujeres que me tratan como igual en una sociedad históricamente machista. Porque es muy importante esto, es importante no olvidar de dónde venimos y mucho más si eres mujer. No podemos permitirnos el lujo de olvidar que para que nosotras estemos donde estamos cientos, miles, millones de mujeres sufren y han sufrido, solo por eso, por ser mujer. Injusto, triste y cierto.

Mi primer contacto «serio» con el feminismo fue en la universidad, cuando, por echar una mano a una profesora, esta en agradecimiento me regaló el libro de Rosa Montero «Historias de mujeres». Mi profesora de redacción periodística era una señora vasca, muy vasca y feminista, que en aquella época y con las edades que teníamos era lo más parecido a un espécimen como mínimo peculiar. Por desgracia hasta que no pasaron unos años no me di cuenta de lo importante que es entender qué es el feminismo y la importancia que tiene. El feminismo en general, porque sí es cierto que hay matices, cientos, que creo que son los que por desgracia separan y en algunos casos enfrentan a hombres y mujeres. Iba a decir solo mujeres, pero no quiero excluir a los hombres de esta causa, que creo debe ser de todos.
El año pasado en la manifestación del 8M en Madrid muchas nos acercamos con la idea de apoyarnos, pero también a muchas nos molestó que instituciones, organizaciones y partidos políticos quisieran apropiarse del acto. Y vimos enfrentamientos e insultos entre nosotras y discriminación porque al parecer los hombres no podían estar en según qué posición de la marcha… en fin, cosas que yo no entiendo, que respeto, pero que no me representan. Y es ahí donde la causa pierde puntos conmigo.
Pero es que nunca puede llover a gusto de todo el mundo, los hombres y las mujeres siempre seremos diferentes, como mínimo genética y hormonalmente, ninguno de los dos elige nacer hombre o mujer o trans o etc, y por cosas de la ciencia y el destino te ves etiquetado desde pequeño.
A mi me tocó ser mujer, blanca y heterosexual, nacida y criada en un país del primer mundo, un gran país; en el que he tenido la suerte de poder ser educada, poder elegir lo que me gusta y no me gusta, poder dar mi opinión y en muchos casos ser escuchada y apreciada. He sido y soy una suertuda, privilegiada. Todas las que me leéis lo sois.
Me gustaría dejar un mundo más igual, en el que las mujeres y los hombres no estuviéramos enfrentados solo por el hecho de haber nacido diferentes, que en algunos casos y según qué comentarios es lo que veo. Existen tanto hombres malos, como mujeres malas, hombre y mujeres machistas, pero no todos somos iguales, entonces, ¿por qué generalizamos? ¿por la mayoría?
Si miro a mi alrededor obviamente veo desigualdad, pero también se que ni mi padre, ni mi pareja, ni mis amigos se levantan cada mañana pensando cómo pueden ser más machistas, que la clave está en la educación, pero no en la educación que ahora castigue al hombre porque «nos han tenido reprimidas/oprimidas y bajo su merced», si no una educación positiva de valores que compartamos y podamos defender.
Espero que la manifestación de mañana y las futuras no se conviertan en una lucha contra los hombres, si no que sea un gesto de igualdad, de convivencia y respeto en el que podamos caminar todos juntos para un futuro mejor, sin colores, ni proclamas políticas, porque todos somos feministas.