Reflexiones de confinamiento. Urgencia.

¿Qué es urgente? Seguramente nada de lo que tenías en la cabeza antes de la pandemia lo es en realidad y quizás ahora es cuando te has dado cuenta. Lo curioso es que a la mayoría, por no decir a todos, nos ha nacido de repente un sentimiento compartido.

Urgencia. Ahora queremos que acabe el encierro para poder salir a la calle a hacer muchas cosas o para no hacer nada. Tenemos urgencia por vivir. Queremos exprimir cada segundo, queremos reír como nunca, queremos bailar, queremos enamorarnos más todavía, queremos sentir, queremos vivir…

Pero cuando logremos esa estabilidad social que tanto ansiamos, ¿esa urgencia será un espejismo? ¿Nos habremos precipitado?

¿Se mantendrán esos sentimientos que están ahora tan «magnificados»? ¿Nos habremos dejado llevar demasiado por las ansias de libertad? ¿Será amor o arrebato?

Pues hasta que no termine el confinamiento no lo sabremos, pero es cierto que esta urgencia nos nace en un momento de calma, de calma obligada. De sentimientos y pensamientos al límite, sin estabilidad, con incertidumbre, también con miedo.

Probablemente no lo recuperemos todo, la vida como la conocimos puede que no vuelva y se convierta en un anhelo de lo que tuvimos y no podremos volver a tener. Como cuando recuerdas un gran amor y echas de menos momentos de placer, burbujas que compartiste de felicidad, esas en las que te hubieras quedado a vivir toda la vida.

Urgencia, prisa, impaciencia, furor, rapidez. Lo quiero todo y lo quiero ahora… miedo me da, jajaja. Pero bueno, no nos queda más remedio que esperar, vivir al día, caminar…

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